A esa vida donde lo simple y ordinario son el punto de partida para hacer fluir el corazón a mostrarse, a dar y compartir lo mejor de nosotros mismos con los que nos rodean y con el mundo…
A esa vida sencilla donde el figurar, el aparentar, el vendernos en el escaparate del mercado de lo que se lleva ahora lo dejamos atrás y comenzamos a vivir rescatando la Sencillez de nuestra niñez, de ese tiempo donde sabíamos muy bien que hacía feliz a nuestro corazón y a nuestra alma…lo sabíamos y lo reconocíamos….
Yo reclamo y proclamo el Derecho Vital de retorno a la Sencillez de alma sin más pretensión que ser Feliz, sin más intención que vivir en la serenidad y la coherencia, sin más voluntad que rescatar nuestra salud y nuestro bienestar global.
Y desde este Reencuentro con la sencillez y simplicidad de mi alma me apetece de nuevo hablar, escribir, compartir que ha sido necesario el Silencio profundo y franco para rencontrarme con los mensajes de mi Ser, los mensajes que me indican la ruta, con sus senderos y caminos a seguir.
¡¡¡Y de manera sorprendente la vida me volvió a abrir la Puerta de la Cocina…y yo entré y me estoy dejando ser!!!
Después de unos 10 años dedicándome a la docencia de pensar que mi misión, objetivo o meta en la vida era enseñar a otros lo que yo había aprendido de técnicas, métodos, ingredientes y relaciones en el ámbito gastronómico, un bonito día de hace ahora 6 meses me invitan de nuevo a entrar a una cocina para cocinar, para preparar y ofrecer mis elaboraciones a los clientes…acepté la oferta y sin más seguridad que la que me brindaba la alegría que cada día me llenaba el corazón al estar cocinando me adentré en esta nueva (aunque ya recorrida) aventura…..
La conexión, el amor, la delicadeza, la sensibilidad que, a cada momento, en cada proceso de la transformación de los alimentos me hace exteriorizar, aflorar para compartir con mis compañeros y clientes me llenan de serenidad, placer y alegría.
Han pasado estos seis meses y me doy cuenta que todas las expectativas que nos creamos de ser nombrados con un calificativo que indique un rol socialmente más reconocido no tienen ningún valor si ese lugar donde estamos o ese papel que representamos no nos permite estar conectados con nuestro ser, con una vida armónica y equilibrada.
Y reconozco que en este momento lo que necesitaba era este retorno a la vida sencilla del fuego, los ingredientes, los líquidos en ebullición, las risas y las respiraciones profundas para reconectar con mi esencia y retornar a la Vida lo mejor y más auténtico de mi… Al fin y al cabo la vida es para vivirla en plenitud, coherencia y alegría a cada paso.
A las teclas y a la masa Trinidad Gómez